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Pautas para retomar las rutinas de sueño tras las vacaciones

Pautas para retomar las rutinas de sueño tras las vacaciones

Terminaron las vacaciones y, con el regreso a clases, niños y padres deben enfrentarse al desafío de retomar las rutinas cotidianas, entre ellas, la rutina del sueño la cual, muy posiblemente, haya sido modificada durante el periodo de descanso pues los pequeños sin la obligación diaria de ir al colegio, atrapados por la tecnología o por interminables juegos con amigos, suelen dormir menos de noche, acostarse más tarde y despertar sin las presiones del reloj.

Esto hace que el hábito del sueño que tenían durante el período escolar se pierda un poco lo que genera que el inicio de clases sea un poco difícil para los pequeños lo que trae consigo rostros cansados, somnolencia y mal humor pues como lo resalta el doctor Gonzálo Pin, pediatra y médico especialista en trastornos del sueño “es necesario que los niños duerman, al menos, 10 horas cada noche en sus primeros años de vida ya que el sueño es esencial para el desarrollo cognitivo mientras que la falta del descanso repercute en la conducta y en la actividad”

Surge entonces, la necesidad de “reprogramar” el sueño de tus hijos para volver al colegio. Pero, ¿cómo lograrlo?

Sin cambios bruscos

La mayoría de los pediatras y médicos especialistas en sueño coinciden en que los padres deben acostumbrar a los niños a ir a la cama temprano por lo menos dos semanas antes de que inicien las clases para evitar traumatismos justo en los primeros días escolares. Así, lo ideal es que tus hijos se duerman más temprano de la hora en la que normalmente se acuestan en temporada de vacaciones para que sus hábitos de sueño se vayan regulando y cada vez les cueste menos dormirse en las noches así como despertarse en las mañanas.

Los padres deben acostumbrar a los niños a ir a la cama temprano por lo menos dos semanas antes de que inicien las clases para evitar traumatismos justo en los primeros días escolares.

Así, como lo sostiene Carolina Del Castello, licenciada en psicopedagogía, “los padres deben ser los encargados de ir modificando de a poco los horarios para que el regreso a clases no sea traumático. Por ejemplo, pueden crear algunas semanas antes, un calendario que le anticipe al niño el cambio de rutina para hacerle saber que debe ir replanteando su horario de juego y actividad”, explica la experta. En otras palabras, para Del Castello, no se deben generar cambios bruscos de un día para otro. “Si durante las vacaciones el niño solía despertar a las 10 a.m., no es conveniente que, de buenas a primeras, lo haga a las 6 o 7 a.m. Es mejor inculcarle el cambio paulatinamente, haciendo que se acueste y se levante cada vez un poco más temprano hasta llegar al horario habitual en el año de clases”, advierte.

Menos tecnología, más cobijas

De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos, una de las claves para tener una buena higiene del sueño en los niños y lograr que descansen bien está en limitar el tiempo que pasan viento televisión o conectados a los dispositivos móviles como tabletas y celulares pues la exposición nocturna a las pantallas es uno de los principales factores que están afectando el sueño de las nuevas generaciones por los estímulos lumínicos que generan las pantallas en el cerebro los cuáles inciden en algunas de sus funciones, especialmente en las noches.

De hecho, numerosos estudios recientes han advertido que en los últimos cinco años aumentó en un 30 por ciento el número de visitas de niños a clínicas de sueño debido al uso excesivo de dispositivos electrónicos, como lo aseguraron académicos y especialistas de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Universidad Autónoma Metropolitana de México. Por lo tanto, la recomendación para los padres es alejar la tecnología en las noches pues, para que el niño se relaje, es importante evitar actividades que le puedan excitar durante esa última parte del día, entre ellas, hacer uso de videojuegos, celulares, tablets y la misma televisión.

Cena, siempre temprano

Lo ideal, dicen los expertos, es que los niños, y por supuesto, los adultos, vayan a la cama por lo menos dos horas después de cenar para evitar problemas de reflujo, acidez estomacal y pesadez.

Por lo tanto, debes fijar y respetar un horario de comidas que le permita a la familia cenar temprano y así contar con el tiempo suficiente para hacer la digestión antes de dormir. Así mismo, elimina los dulces de la dieta nocturna pues los azúcares se convierten en un estimulante que da energía al niño y hacen más difícil que vayan a la cama a la hora indicada. En este sentido, es importante evitar las gaseosas y jugos empacados, las golosinas y los snacks dulces después de las 5 de la tarde.

Ambiente de relajación

Una de las estrategias que funciona bastante a la hora de ayudarles a los niños a conciliar el sueño es crear para ellos un momento de relajación por lo menos media hora antes de dormir. Por ejemplo, leerles un cuento, ponerles música suave o animarlos a tomar un baño caliente. A su vez, es importante generar un ambiente de calma en el hogar donde se baje la intensidad de la iluminación y se disminuyan los niveles de ruido.

Activos en el día, dormilones en las noches

Para que no haya problemas para ir a la cama, lo mejor es que los niños lleguen a ese momento del día cansados y relajados. Por eso, es bueno que durante la tarde, después de llegar del colegio, realicen algún tipo de ejercicio o actividad que les implique un gasto energético importante. Anímalo a salir al parque, correr, saltar, practicar juegos al aire libre o inscríbelo, si el pequeño lo desea y no le representa una sobrecarga de responsabilidades, en cursos extracurriculares de natación, fútbol, patinaje, artes, etc.

¡Qué viva la independencia!

A los niños les gusta saber que están ganando control sobre su mundo y la hora de dormir no es la excepción: permítele elegir algunas cosas. Por ejemplo, no le preguntes «¿Quieres ir a la cama ahora?», porque puede que diga que no, y esta respuesta no sería aceptable para ti. Sin embargo, si le preguntas, «¿Te quieres acostar ahora o dentro de cinco minutos?», le das la posibilidad de elegir, pero tú ganas de una forma o de otra.

Adiós a “un ratico más”

Acuesta a tu hijo siempre a la misma hora para que su sueño se regule con el paso de los días y de manera gradual. Haz lo mismo a la hora de levantarlo aunque se haya acostado tarde y evita caer en los «5, 10 o 15 minutos más» que terminan desajustando los tiempos destinados a vestirse o desayunar. Así el niño entenderá la importancia de ir a la cama temprano para poder dormir lo suficiente.